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lunes, 10 de marzo de 2014

Hazme soñar, ahora y siempre.

Desde que era pequeña he vivido una especie de trauma particular, en mi casa no se veía cine. No íbamos al cine, no veíamos películas en televisión ni las alquilábamos. Siempre que iba a casa de mis primos pequeños veía una y otra vez sus VHS de Disney, me encandilaban aquellas imágenes que bailaban y contaban historias y no entendía por qué nosotros no participábamos de un hobbie tan popular y divertido. Ir a una sala de cine fue algo muy raro en mi infancia, puedo recordar que vi 'Aladín' y también 'No te fallaré'. Ese fue todo mi registro cinematográfico hasta los 13 años, todo el mundo vio 'El exorcista' o 'Titanic', pero yo no, y hay cosas que se tienen que hacer a cierta edad o no se disfrutan. 


La aparición de la descarga P2P fue la entrada a un mundo de sueños. Una auténtica maravilla. Eso que llaman piratería fue mi único medio de acceder a la industria. No sé si está bien o mal, cuánto se debe pagar por la cultura o si yo habría pagado por ella, pero sé que me cambió la vida. Durante un verano vi tres películas diarias, me vi toda la filmografía de Chaplin y de Tarantino entremezcladas y en medio de aquello descubrí a Woody Allen, a Susan Sarandon o a Ed Harris, lloré con Las Horas, bailé con 'I'm singing on the rain' y grité con 'Saw'. No sé cuánta gente habrá podido ver películas como Pulp Fiction siendo tan 'naive' como era yo, pero es una experiencia increíble, no saber absolutamente nada de cine me enfrentó a él con una desnudez absoluta, la piel de gallina y el corazón a mil, así fueron para mi todas aquellas horas frente a la pantalla. 

Ahora miro a la gente criticar películas pensando en técnicas y planos, en cómo se construyó el guión o si la carrera de tal o cual actor está siguiendo una línea adecuada. Señores, discúlpenme, pero yo me retiro de esa conversación. Para mi el cine es sueño, lo será siempre, serán todas las historias que no puedo vivir pero sí sentir, serán películas que te enamoran desde el principio y algunas que olvidas dos minutos después de verla, serán todos los besos que quiero dar y los que no. 


Así que cuando hablo de cine y pienso en él como elemento de la cultura y séptimo arte, quiero que se haga bien, que se haga despacio, que se deje de hablar de crisis en una industria que nació con ella, que se rehagan los sistemas y se repartan los beneficios entre los creadores y no los distribuidores, que sigamos soñando pero que se haga despacio y que se haga bien. Porque esto no se trata de hacer dinero, aunque eso a veces suceda. 


Luna Carmona

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lunes, 3 de marzo de 2014

Hoy quiero enamorarme


Pues sí, desde este primer lunes de marzo lo confieso: Hoy quiero enamorarme. Pero solo lo hago de los buenos libros, que no son aquellos clásicos que se apilaban en las estanterías de media España; y aclaro que no los llamo clásicos porque fueran escritos por Pérez Reverte sino porque están en la memoria más antigua de todas nuestras infancias, un clásico en nuestras vidas tan clásico como las figuritas de cristal y los tapetes para cubrir el papel higiénico. Porque algo que ha quedado en el destierro, afortunadamente, son las colecciones de libros todos iguales, misma portada, misma tipografía, mismo tamaño y generalmente todos soberanamente aburridos (visualmente hablando). Estaban allí y parecía que ya hubieran entrado en casa con el polvo puesto. 

Yo compro un libro por la portada, lo confieso, leer sinopsis me parece un traición al escritor que ha planeado cuando revelarte cada secreto de su historia, así que no lo hago. Elijo los libros en función de cuánto se haya gastado la Editorial en el diseñador y cuánto margen creativo le hayan dado al autor con el título. Por eso mismo, desde hace un tiempo empiezo a mantener una relación secreta con Blackie Books. (No se lo digan a los de Tusquets, que me editan a Murakami muy malamente pero les digo siempre que son los primeros en mi vida). 



En su página web encontramos que son de Barcelona e independientes, que pretenden ser inmortales y que para ellos lo nuevo  'no es sólo lo que se acaba de hacer, sino lo que acabamos de descubrir, o lo que ha cambiado de apariencia, o lo que pide una nueva interpretación, o lo que estaba escondido hasta ahora, o lo que simplemente desconocíamos. Todo es nuevo, siempre.'

Así que cada vez que tengo un lunes complicado me voy a ellos, que en Madrid te los encuentras en La Central, y les dejo entrar en mi vida con sus diseños arrolladores como es el caso de 'Lolito'. 


También estoy a favor de que me ayuden a organizar mi vida con su Agenda Increíble, pero insisto, ¿Acaso no merece la pena comprarse algo así simplemente para ver al mago entre el astronauta y la mujer cada mañana sobre el escritorio? Blackie dice: Nos dejamos guiar por la belleza, que aunque la mayoría de veces duele (pregúntenselo, si no, a Stendhal) es la que nos permite seguir adelante- y hace que me sienta menos sola en este mundo. 


Nosotros nos conocimos por uno de sus Cuadernos y siempre consigue ponerme el estómago del revés, acelerar mi corazón, hacer que me olvide de dormir y casi de comer, porque una noche con Blackie puede ser increíble. Qué le voy a hacer, esto del amor no tiene razones, pero si tuviera que dar una (más) sería que ante la vida y la cultura Blackie y yo compartimos normativa:

Lo que nos mueve, de verdad, en Blackie Books, es el afán de compartir. Cuando algo nos gusta tanto, para nosotros compartirlo es una necesidad


Luna CR

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lunes, 24 de febrero de 2014

Gestión cultural de las empresas

La semana pasada empezamos a bosquejar una pequeña idea sobre qué es la gestión cultural. En medio de este momento que vivimos en España, realidad social a base de recortes y leyes sobre propiedad intelectual, hablar sobre cultura parece un tema solo para valientes; sin embargo es ahora más que nunca cuando deben llegar los cambios. Por eso mismo, queremos dar a conocer otros modelos de gestión que funcionan a pesar de realizarse desde el ámbito privado. 


En primer lugar, las empresas llevan coleccionando arte y haciendo acciones de mecenazgo desde hace mucho tiempo. Es un modelo habitual en países como Estados Unidos o Inglaterra pero no tan establecido en España. Algunas de las colecciones más importantes de Arte Contemporáneo en nuestro país son propiedad de La Caixa o el Banco Santander. A través de su fundación, Mapfre también tiene un fondo muy interesante con colecciones de fotografía del siglo XX realmente bonitas. 

En ocasiones se desconoce qué hacen estas empresas con sus colecciones. Lo más usual es que decoren sus sedes, puede parecer banal pero en absoluto lo es. La integración del arte en los espacios laborales es una de las formas más rápidas de acercar a la gente a estilos artísticos a veces complejos. No se trata de tener un buen cuadro en la sala de juntas sino en crear espacios donde el arte conviva con la creatividad o las dinámicas de grupo generando un ambiente interesante. 

Otras de las opciones más habituales es la cesión de obras a Museos importantes, con esto consiguen revalorizar la obra y darla a conocer. Por último, a través de Asociaciones y Fundaciones acaban creando proyectos propios muy interesantes donde la cultura ya no es solo una partida en el presupuesto sino que ocupa un lugar importante en el desarrollo empresarial como un área más de trabajo. Es el caso de La Caixa y sus múltiples sedes de Caixa Forum en las que mueven tanto la colección propia como exposiciones temporales. 


Una de las exposiciones que podremos encontrar próximamente es en honor a los 25 años de Pixar. Original, diferente y para todos los públicos. Hasta entonces podemos visitar la exposición de fotografía de Sebastián Salgado; 'Génesis', que así se llama,  tiene una ternura y una fuerza maravillosa. En fin, de eso se trata, de disfrutarlo, de gestionarlo bien y hacerlo llegar, a través de bancos o aseguradoras, pero que llegue y que te toque. 

Luna Carmona

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lunes, 17 de febrero de 2014

¿Qué es la cultura sin espectadores?

La Gestión Cultural tradicionalmente ha estado en manos del Clero y la Monarquía. Todos hemos estudiado esas partes de la historia en la que Velázquez pintaba para los reyes o Miguel Ángel para el Papa. Pero la realidad actual es completamente distinta. La gestión de la cultura ha sido diversificada en todos sus ámbitos y ha pasado a ser ese área confusa entre lo público y lo privado. Las mal llamadas 'industrias culturales' han establecido nuevas normas en la gestión basadas en los beneficios económicos a pesar de tratarse de un ámbito fundamental en la educación.

La literatura y la música están básicamente gestionadas por manos privadas. En cambio, la pintura y la escultura aún son gestionadas por Gobiernos aunque con una presencia mayor de galerías privadas y fundaciones. Las dudas más obvias que se presentan son ¿en quién depositamos la gestión de nuestro patrimonio? ¿puede alguien realmente poseer El Guernica? ¿Es lícito que la gestión privada priorice los beneficios a la difusión?

Uno de los aspectos más importantes es cómo llega la cultura a sus públicos hoy día. A pesar de la gran controversia que surge en torno a las descargas ilegales, lo cierto es que es una forma habitual de consumo de cine, música, documentales y otros productos culturales. Si la clave de la cultura es llegar a un público masivo, ¿no es esta la mejor manera? 

Los Museos y Galerías siguen teniendo un papel fundamental pero no dejan de ser lugares poco amigables para ciertos tipos de públicos. Aunque los niños tienen múltiples programas especiales para ellos es difícil ver una galería llena de familias. La realidad es que al final, cuando visitas uno de estos sitios, el perfil habitual es el de gente mayor. Gracias a los Centros Culturales este concepto se está cambiando, el arte convive con bares y actividades, la gente interactúa y los eventos van desde conferencias hasta proyecciones de cortos. No hay complejos, algo necesario para seguir creando espacios interesantes.

La Gestión Cultural, si bien es necesaria, es un elemento complejo de la sociedad. Personalmente creo que es fundamental el papel de los Actores Privados pero nunca se debería perder el objetivo principal: que la gente lo vea, que la gente lo conozca, que la gente lo viva. ¿Qué es la cultura sin espectadores?


























Luna Carmona

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