domingo, 26 de enero de 2014

Editorial 3: The words of the winter




"Y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años."

Esta tercera Editorial ha sido hecha el día que David Bowie cumplía 67 años. Parece un dato banal pero no lo es. Cuando empecé a buscar ideas tenía claro que quería hablar de aquello que define el invierno porque es más que una estación, es un estado mental. Me encanta el invierno, el frío, los días cortos, los abrigos y bufandas, los pasos acelerados y hasta la fiebre de un buen constipado. Pero no explicaba todo lo que quería contar.

Estos días he llenado mi vida con las frases que Patti Smith nos regala en 'Éramos unos niños' y he recordado cómo me gustó el famoso poema 'Aullido' de Allen Ginsberg. Para quien no lo conozca, es un escritor homosexual estadounidense de los años 70 que, principalmente, fue activista político. Entre todas las cosas que puedo admirar de lo que hizo, me quedo con el hecho de crear un poema desgarrador que hablara sin pudor con palabras malsonantes y honestas que nunca te dejan indiferente.

Sé que aún parece no tener ningún sentido esta Editorial pero dadme un minuto más.

Descubrí a Ginsberg bebiendo café y escuchando un disco muy antiguo de Bowie. Así lo recordaré siempre. Cuando he empezado a escribir he entendido que el Invierno para mí es muchas cosas, pero de las banalidades nunca merece la pena hablar. Ningún día es un mal día para hacer un homenaje a alguien que cambió el mundo. Ningún día debería ser un mal día para recordar por qué somos libres. Ningún día será un mal día para emocionarme ante un café con palabras que nos recuerdan todo lo que podríamos haber vivido y, por suerte, no.

Así que sí, mis palabras del Invierno las escribió él y yo las leí.
Os las dejo, daos tiempo, es un poema que se saborea.



Luna Carmona.



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